Elena Sáenz García-Baquero. Coordinadora
de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible
La
Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, constituida
como un foro de encuentro por un amplio grupo de agentes del trinomio
ciencia-tecnología-empresa, reúne a 20 asociaciones empresariales de la
agroindustria. Desde la
Plataforma se busca contribuir a la mejora de la
sostenibilidad y la eficiencia productiva de los sectores agrícola y ganadero,
con la perspectiva del valor aportado por la ciencia y las tecnologías
agrarias, que contribuyen a la mejora de la productividad, la eficiencia en el
uso de los recursos naturales y, así, a la mejora de la sostenibilidad.
Uno de los proyectos promovidos por la Plataforma ha sido el
estudio y definición de los principales indicadores de sostenibilidad de la
agricultura española, que muestra la favorable evolución que éstos han tenido
gracias a la aplicación y desarrollo de diversas tecnologías agrarias. A
continuación vamos a realizar un análisis de los aspectos más destacados,
aunque la información completa se encuentra disponible en www.agriculturasostenible.org
1. Indicadores económicos
La
Producción Final Agraria (PFA) en España, en euros
corrientes, ha mantenido una tendencia creciente hasta el año 2003, para
descender desde entonces, con ligeros repuntes en 2007 y 2008 provocados por el
incremento de los precios de los productos agrarios.
Indicador renta agraria
La evolución de la renta agraria, en euros constantes, ha
sido ascendente desde 1980 hasta 2003, momento desde el que no ha dejado de
disminuir, situándose en 2008 en los niveles de mediados de la década de los
noventa.
La causa de ese deterioro se debe al descenso del valor de la Producción Final
Agraria (PFA) por la climatología adversa y por la reforma de la Política Agraria
Común (PAC), ya que ésta conllevó una disminución de la producción en las zonas
menos productivas por ajuste y descenso de la superficie cultivada.
El descenso del valor de la Producción Final
Agraria (PFA) en términos reales ha supuesto también un deterioro importante de
la capacidad de la agricultura para proporcionar alimentos y materias primas a
la población.
Relación Producción Final Agraria/Población
La PFA
disponible por habitante aumentó significativamente en el período 1996-2003 y,
desde entonces, ha experimentado un gran descenso, a pesar de los incrementos
registrados en la productividad.
Productividad del trabajo en la agricultura
Frente al aumento de la producción y la renta, observado
hasta el año 2003, se ha producido una importante reducción en el empleo
agrario marcado descenso del trabajo no asalariado, o trabajo familiar, y
ligero aumento del trabajo asalariado. Esta evolución responde al proceso de
modernización y fuerte capitalización que ha experimentado la agricultura
española.
La productividad del trabajo (renta agraria en € constantes
por Unidad de Trabajo Agrario -UTA-), tras un período de crecimiento de 1980 a 2003, comienza a
descender hasta 2008, a
pesar de la disminución del empleo.
Evolución de los precios
Mientras que los índices de precios al consumo han aumentado
significativamente en el periodo de estudio, no ha ocurrido lo mismo con los
índices de precios percibidos por los agricultores y ganaderos.
Los productores han tenido que afrontar una evolución
desfavorable de los precios pagados por los factores de producción
-especialmente, energía y fertilizantes- al tiempo que han experimentado una
negativa evolución de los precios percibidos por sus producciones, lo que no ha
permitido mejorar la renta de los agricultores.
Este proceso ha coincidido con un aumento de la
productividad, debido a las mejoras tecnológicas, algo que ha contribuido a
poner a disposición de los consumidores productos más baratos.
En consecuencia, el sector agrario ha mejorado su competitividad,
pero esa mejora no se ha visto reflejada en beneficios empresariales para el
sector.
Es destacable la creciente pérdida de poder de la
agricultura que se observa en la cadena de valor del sistema agroalimentario.
Es necesario seguir mejorando la eficiencia productiva para reducir los costes
de producción y contribuir a una mejora de la rentabilidad para los
agricultores.
Al mismo tiempo, el incremento progresivo de los costes
debido tanto a la subida de los precios de los inputs -materias primas para
alimentación animal y energía, entre otros- como la aplicación de las normas
que define el Modelo Europeo de Producción -en sanidad y bienestar animal,
medio ambiente o seguridad alimentaria, entre otras, son factores que
comprometen seriamente la competitividad de muchos productores y empresas y,
por lo tanto, su viabilidad.
2. Indicadores agrícolas
Indicadores medioambientales globales
Respecto a los indicadores medioambientales, el informe
concluye que la agricultura española cada vez consume menos agua y energía,
pierde menos suelo y emite menos gases a la atmósfera para producir una unidad
de producto (kg, l) o un euro de producto.
Destacan los aumentos en la productividad del maíz, la
remolacha, el viñedo, el olivar de transformación, el melón o el tomate,
superiores al 200%, requiriendo hoy en día un volumen de agua, tierra, o
energía que es sólo una fracción de los que eran necesarios para la misma
producción hace 30 años.
Es resaltable el aumento de la capacidad de los cultivos para
fijar CO2, como resultado del incremento de la productividad de los mismos en
términos de biomasa total.
Una consecuencia de ello es que el valor de una tonelada de
CO2 fijada por los cultivos llega a alcanzar hasta los 6.000 €, lo que refleja
el alto valor añadido que proporcionan -que queda de manifiesto cuando se
compara con los bonos de carbono, que cotizan en el mercado en el entorno de
los 15 euros por tonelada-.
Uso de la tierra
Los rendimientos crecientes de todos los cultivos analizados
marcan tendencias claramente positivas durante el período 1980-2008. Esto hace
que sea necesaria menos tierra para producir una tonelada de cualquiera de los
productos. Los aumentos son más acentuados en maíz, remolacha, olivar, viñedo,
tomate o melón.
Los cultivos cuya producción se realiza mayoritariamente en
secano muestran rendimientos medios con fuertes oscilaciones alrededor de sus
tendencias. Girasol y cítricos son cultivos que muestran signos de
estabilización, aunque mantengan una tendencia positiva en productividad.
Uso del agua
La productividad del agua por unidad de producto, medida en
metros cúbicos por tonelada de cosecha (m3/t), ha experimentado notables
aumentos. Los indicadores siguen tendencias muy diferentes en función del
origen del agua, según sea agua de lluvia -'agua verde'-, también llamada
precipitación efectiva, o agua de riego -'agua azul'-. Se denomina 'agua total'
a la suma de 'agua azul' + 'agua verde'.
Con respecto a la productividad del agua de riego -'agua
azul'-, se aprecian disminuciones de consumo por unidad de producción en maíz,
remolacha, viñedo de mesa, cítricos, melón y tomate.
Un comportamiento más estable se encuentra en girasol,
olivar y viñedo de transformación.
Emisiones y energía
Se ha desarrollado una metodología para calcular la energía
y las emisiones de CO2 derivadas del consumo de combustibles. Para cada cultivo
se ha calculado la energía empleada por unidad de superficie y la energía
consumida por unidad de producto, a partir de los datos de producción. Los
niveles de producción por unidad de consumo energético son marcadamente
crecientes.
Pérdidas de suelo
Los resultados muestran que este indicador disminuye en
todos los cultivos, a lo largo del periodo en estudio. El empleo de las diferentes
tecnologías, sistemas de producción o cultivo, contribuyen a aumentar
significativamente las unidades de producto o valor de cosecha por tonelada de
suelo perdido debido a procesos de erosión.
Flujo de carbono
El objetivo de la producción agraria es la obtención de
alimentos, por lo que no tiene la finalidad de que el resultado del balance de
CO2 sea positivo.
Este indicador, expresado en kilogramos de CO2 por kilogramo
de producto, calcula la diferencia entre el CO2 absorbido por el cultivo que
depende de la producción anual y el CO2 emitido, considerando únicamente el
liberado mediante el consumo directo de combustible.
Las diferencias entre cultivos se deben al tipo de producto
cosechado y a su contenido en humedad, por lo que muestran valores más altos
los productos secos (cereales) que los frescos (frutas y hortalizas).
Se observa, como es el caso de los cítricos -todas las
especies citrícolas tienen valores similares al ser cultivos muy parecidos-,
una tendencia positiva en el flujo de CO2.
Uso de fertilizantes en la producción vegetal
La aplicación de los tres principales nutrientes que se han
considerado en el estudio (nitrógeno, fósforo y potasio) ha disminuido de forma
drástica en términos relativos (unidad de nutriente aplicada por euro de
producción). El aumento obtenido en la productividad y los rendimientos
agrícolas indica un uso más eficiente de los fertilizantes.
3. Indicadores ganaderos
Consumo de agua y emisiones GEI
En esta primera fase solamente se han elaborado los
indicadores para carne de porcino, pollo y huevos. El resto de especies
ganaderas se encuentran en fase de estudio.
El consumo total anual medio de agua para estas tres
producciones ganaderas representa en conjunto un 0,071 % de la disponibilidad
total de agua en España.
Las tres producciones representan, como media, un 2,50% de
las emisiones nacionales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en 2008. Se
muestra de manera nítida una disminución de los consumos de agua y de emisiones
de GEI cuando se expresan por kilogramo de producto obtenido.
Igualmente se ha producido un incremento de la eficiencia en
la alimentación animal. Consecuencia de ello es que la mejor conversión del
pienso implica un menor consumo del mismo -y por tanto de agua-, una menor
producción de estiércol -y a su vez disminuyen las emisiones de metano y óxido
nitroso-, por unidad de producto obtenido.