Científicos de Córdoba y Jaén trabajan junto a investigadores chinos, de Malasia, Italia y Austria para levantar una planta de producción de biodiésel en Tianjin, una de las ciudades más pobladas del país asiático
Científicos de la Universidad de Córdoba (UCO) han colaborado en el
diseño de un plan de viabilidad para levantar una planta de biodiésel en el
país que más contamina actualmente, China, a partir de aceite de fritura usado
por la población de una misma ciudad y que más tarde se utilizaría para
alimentar el motor de sus vehículos, planteando, así, un modelo más ecológico y
de autoabastecimiento.
El grupo BIOSAHE, del Departamento de Química, Física y
Termodinámica Aplicada de la UCO,
integrado por investigadores de las universidades de Córdoba y Jaén, inició
hace varios años un proyecto financiado por la Unión Europea dentro
del Programa Euro-Asia-Pro-Eco, junto a científicos de Malasia, China, Italia y
Austria, para estudiar un plan de viabilidad con el fin de levantar una planta
de producción de biodiésel (obtenido a partir de aceites vegetales y animales)
en Tianjin, una de las ciudades más pobladas del país asiático, con más de 10
millones de habitantes.
Este grupo de expertos se trasladó a Tianjin para
desarrollar su investigación, donde estudiaron las propiedades del aceite que
se usa para cocinar en esta ciudad de la costa del nordeste chino, y comprobaron
si era factible su conversión en biodiésel.
María Pilar Dorado, una de las principales investigadoras
del proyecto, ha explicado que el grupo ha analizado "aceite frito de
cocinas chinas, ya que en cada lugar se utilizan distintos aceites o grasas
para cocinar, con propiedades distintas como la acidez, que puede ser tan alta
que impida su transformación en biodiésel".
Según Dorado, "en China lo normal es usar aceite de
cacahuete o soja e incluso mezclas, por lo que no sabíamos qué resultados
podíamos obtener". Asimismo, analizaron cómo mejorar las cualidades de ese
biocombustible y realizaron ensayos en motores para comprobar las emisiones
contaminantes y las prestaciones del motor con una nueva fuente de energía.
Los resultados han ido en la línea de los que se han visto
en otros países europeos o incluso en Estados Unidos al ensayar el mismo
proceso con biocombustibles a partir de aceite vegetal, ha comentado Dorado.
"La potencia cae un poco, en torno al 10%, y el consumo de combustible
aumenta alrededor de un 20%", ha señalado. Sin embargo, las emisiones
contaminantes también se reducen, no se emiten óxidos de azufre, ya que el
biodiésel carece de este compuesto.
Aunque no con tanta rotundidad, las emisiones de monóxido de
carbono (CO2) también se reducen mucho, sobre todo, comparadas con los
derivados del petróleo. En concreto, Dorado ha señalado que la reducción de la
emisión de este gas depende del régimen de giro del motor y "puede caer
entre un 60% y un 20%", siendo lo más destacable que se cierra el ciclo
del dióxido de carbono, ya que lo que emite el vehículo es lo que fijan las
plantas para hacer la fotosíntesis.
Compromiso mundial
Las propiedades del biodiésel como impulsor de motores se
conocen desde finales del XIX, pero es desde hace unos años cuando se ha
comenzado a estudiar para sustituir al gasoil. Los gobiernos que más contaminan
comienzan a fomentar medidas para disminuir las emisiones a la atmósfera,
siempre que no afecte a su economía.
China se ha convertido en el principal contaminador mundial desde que en
2008 superó a Estados Unidos, según el informe 2050, Energía y Emisiones de CO2
en China, elaborado por expertos de las principales agencias de desarrollo del
gigante asiático. La solución definitiva se verá en la cumbre de Copenhague de
diciembre, en la que se negociará un protocolo para sustituir al de Kioto en el
2012.