Este producto ejerce un efecto beneficioso en el pez porque mejoran el sistema inmunológico e incrementan el aprovechamiento de los nutrientes.
Investigadores de las universidades de Almería (UAL) y
Málaga (UMA) han desarrollado un método de producción de alimentos con
propiedades beneficiosas destinado a especies acuícolas. Se trata de
microorganismos vivos de carácter probiótico, es decir, que ejercen un efecto
beneficioso en el pez porque mejoran el sistema inmunológico e incrementan el
aprovechamiento de los nutrientes.
Francisco Javier Alarcón y María del Carmen Balebona
iniciaron en el año 2006 un proyecto de investigación con la intención de
buscar una solución al control de enfermedades en cultivos de lenguado
senegalés mediante la incorporación de bacterias probióticas en su
alimentación. Dicho estudio ha sido financiado por el Ministerio de Innovación
y Ciencia en la convocatoria TRACE, destinada a estimular la transmisión de
conocimientos a la empresa.
Después de tres años de investigación, los científicos han
creado el primer sistema de encapsulación de microorganismos probióticos para
su consumo como complemento alimenticio en acuicultura. Mientras que el
Departamento de Microbiología de la
UMA ha seleccionado una bacteria del género Shewanella como
la más idónea para alcanzar este objetivo, el método de encapsulación ha
corrido a cargo del equipo de Alarcón. "Hemos elegido el alginato sódico
para crear las esferas ya que constituye una sustancia de naturaleza no tóxica,
muy económica y fácil de producir", expone Alarcón.
Este método de encapsulado está especialmente recomendado
para los microorganismos cuya viabilidad disminuye en el proceso de fabricación
de piensos. Dicho avance tecnológico coincide con la primera autorización de la Unión Europea sobre
el uso de un probiótico en acuicultura. Concretamente, se trata de una bacteria
ácido-láctica destinada a la alimentación de salmónidos y crustáceos registrada
bajo el nombre Bactocell®.
Por otro lado, además de comprobar la eficacia de esta
formula, los expertos han demostrado que las bacterias se mantienen estables en
estas nuevas esferas, con una eficacia del 90%, durante más de un mes si se
conservan refrigeradas. También pueden almacenarse a temperatura ambiente
durante un periodo de tiempo considerable manteniendo su eficacia al 70%.
Como ventajas añadidas, se puede señalar que la cantidad
diaria de probiótico recomendada se alcanza con un par de dosis y que al
tratarse de macroesferas ─con diámetros de dos milímetros─ son visibles para
los peces, hecho que facilita su ingesta. No obstante, para hacerlas aún más
apetecibles, los investigadores han incorporado sustancias olorosas y colorantes,
de origen natural, específicas para cada especie de pez.
Microcápsulas en el pienso
De forma paralela, mediante el diseño de microcápsula, cuyo
diámetro es de 0,2
milímetros, se han incorporado bacterias más
resistentes, como por ejemplo las ácido-lácticas o levaduras, a los piensos
utilizados a día de hoy en piscicultura. El fin último reside en optimizar el
aprovechamiento nutritivo de los mismos al tiempo que se aportan nuevos
beneficios. Los investigadores ensayaron la viabilidad de la cepa de
Shewanella, tanto en su forma libre como encapsulada en micro y macroesferas,
en medios que simulan las condiciones gástricas de los peces. Los resultados
apuntan que mediante el proceso de encapsulación las bacterias mantienen una
viabilidad del 100% en el estómago, sin embargo, en estado libre este
porcentaje se reduce drásticamente.
Por último, se observó que más del 80% de bacterias son
viables durante su paso por el intestino. Ambos resultados se alcanzaron bajo
las condiciones más agresivas que pueden darse en la digestión de peces
marinos, es decir, con valores extremos de acidez en el estómago y de poca
tolerancia en el intestino.
Actualmente, los investigadores del Departamento de Biología
Aplicada de la UAL
desarrollan un segundo proyecto donde diseñarán y evaluarán piensos específicos
para peces planos con estos probióticos. Este estudio es financiado por el
Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y
coordinado por el Centro IFAPA Agua del Pino (Huelva).