Este proyecto, que cuenta con el respaldo de la Consejería de Innovación, extenderá sus resultados al sector agroalimentario y medioambiental.
El grupo de investigación Análisis Medioambiental y
Bioanálisis del Departamento de Química y Ciencia de los Materiales de la Universidad de Huelva
trabaja en el desarrollo de metodologías analíticas que permitan detectar
sustancias de alta tóxicidad como el mercurio (Hg), el selenio (Se), el estaño
(Sn) o el arsénico (As) en alimentos cardiosaludables como el aceite de oliva.
Bajo el título 'Desarrollo de nuevos métodos y acoplamientos
instrumentales para la especiación química de elementos en alimentos
cardiosaludables. Integración medioambiental y toxicológica', este proyecto de
excelencia, incentivado por la
Consejería de Innovación , Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía con
207.923 euros, pretende extender estos métodos a empresas del sector
agroalimentario y medioambiental.
El trabajo de investigación aborda el estudio de elementos
cuya toxicidad no sólo depende de su concentración, sino también de la forma
química (especie) en la que se encuentran. Estas especies se diferencian en su
biodisponibilidad (capacidad de ser incorporada al metabolismo) y toxicidad,
por lo que el desarrollo de métodos para su identificación y cuantificación
constituye una herramienta importante para el sector alimentario y para la Administración,
encargada de velar por la seguridad alimentaria.
Una de las características del proyecto es que simplifica
los métodos para asegurar una transferencia de tecnología a laboratorios de
rutina. Así, destaca la especiación química simultánea, un método desarrollado
por el grupo permite determinar especies de selenio y mercurio al mismo tiempo.
Efecto protector del selenio
Además, el selenio tiene efecto protector sobre los efectos
tóxicos del mercurio, por lo que es muy interesante disponer de una metodología
en la que se puedan medir las distintas especies de los dos elementos.
Con esta técnica se han conseguido medir niveles muy bajos
de metilmercurio, que es de las especies más tóxicas, y selenometionina, que es
inocua y, según la bibliografía, "contrarresta la toxicidad del
metilmercurio", ha comentado Tamara García Barrera, investigadora
principal del proyecto.
Según la experta, el control de calidad y la autentificación
de los alimentos y de los productos procedentes de su procesado o
transformación constituye en la actualidad "una demanda de los
consumidores y compañías productoras con objeto de asegurar su calidad".
Para ello, las empresas del sector alimentario requieren
herramientas analíticas avanzadas que permitan verificar, con la máxima
fiabilidad, la calidad de los productos que comercializan.
"Nosotros nos dedicamos a desarrollar nuevos métodos
para medir sustancias nocivas y a mejorar los ya existentes, ya que es
necesario alcanzar los niveles exigidos por la legislación y a veces se
producen efectos tóxicos a concentraciones más bajas de lo que un método
tradicional es capaz de medir", ha explicado García Barrera.
Extracción de contaminantes
Además, el grupo está trabajando en nuevos procedimientos
para tratar las muestras de alimentos basados en el uso de membranas selectivas
que permiten extraer los contaminantes de los alimentos de forma muy eficiente.
Esta técnica se está desarrollando en contaminantes halogenados (clorados y
bromados), como plaguicidas o PCBs (Bifenilos policlorados), que pueden estar
en los alimentos, los contaminan y producen efectos tóxicos.
Se trata de una metodología muy novedosa que permite extraer
de una manera muy eficiente el analito, es decir, la especie que se quiere
identificar y cuantificar. "Los métodos más tradicionales no permiten
llegar a los límites de toxicidad marcados por las normativas o a los niveles
que producen efectos tóxicos", ha apuntado.