Hoy tenemos más superficie arbórea que hace 50 años, pero más sensible y frágil frente al cambio climático.
España ha conseguido aumentar su
superficie arbórea en los últimos 50 años, pero ésta se ha hecho más
sensible y frágil frente al cambio climático.
Así lo ha declarado el director general del Medio Natural,
José Jiménez, con motivo de la celebración del Día Mundial
de Lucha contra la Desertificación.
Conmemoración que los ecologistas de Greenpeace aprovechan para
denunciar el "nulo avance" de España en la lucha contra la
desertificación, ya que un tercio de la superficie, afirman, sufre
"gravísimos" problemas de erosión.
Para el responsable de contaminación de Greenpeace, Julio Barea,
España es el país de Europa con mayor grado de desertificación y
sigue con niveles altísimos de pérdidas de suelo: un tercio de la
superficie española tiene gravísimos problemas de desertificación y
erosión, y un 6 por ciento está perdido "de forma irremisible".
A su juicio, España no pone medios y sigue apostando además por
la agricultura intensiva, incluso en las regiones más frágiles como
el sudeste español, Levante y Andalucía.Urge especialmente, defiende este ecologista, frenar la
sobreexplotación de los recursos hídricos, sobre todo de los
acuíferos.
Esta sobreexplotación, asegura, ha puesto "en peligro de muerte"
parques naturales como el de las Tablas de Daimiel o el de Doñana. "Este año, porque se ve inundado por las lluvias caídas, y parece
que se ha recuperado, pero los acuíferos que hay debajo están
sobreexplotados y no han hecho nada para que cambie la situación". Doñana, concluye, también se muere por la misma causa.
En España, según el director general del Medio Natural, José
Jiménez, se da actualmente un fenómeno paradójico, porque por un
lado se ha incrementado la superficie forestal, pero simultáneamente
se han producido un fenómeno de fragmentación de los bosques, de
forma que hoy tenemos más superficie arbórea que hace 50 años, pero
más sensible y frágil frente al cambio climático.
Esta fragmentación, ha explicado Jiménez, interrumpe el
ciclo genético y las especies que antes podían desplazarse con el
cambio climático y podían resistir al mismo ahora no pueden migrar,
debido a las urbanizaciones que fragmentan los bosques.
Simultáneamente se van perdiendo especies más propias de sistemas
húmedos, ligados a la alta montaña mediterránea, y las especies más
ligadas al mediterráneo más árido están en expansión.
El diagnóstico de Jiménez es que el mundo y el Mediterráneo como
lugar de alta ocupación humana ha cambiado "radicalmente" y si
queremos conservar nuestros sistemas forestales habrá que trabajar
intensamente y bajo una perspectiva global.
De acuerdo con la definición de las Naciones Unidas, la
desertificación es la degradación de las tierras áridas, semiáridas
y zonas subhúmedas secas y está causada principalmente por
variaciones climáticas y actividades humanas tales como el cultivo y
el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego.
La desertificación no se refiere a la expansión de los desiertos
existentes y sucede por los ecosistemas de las tierras áridas, que
cubren una tercera parte del total de la tierra.
Según la misma fuente, la desertificación amenaza a la cuarta
parte del planeta, afecta directamente a más de 250 millones de
personas y pone en peligro los medios de vida de más de 1.000
millones de habitantes de más de 100 países al reducir la
productividad de las tierras destinadas a la agricultura y la
ganadería.
Existe una Convención Internacional de lucha contra este
problema, de la que forman parte 186 países, y en la que se reconoce
que la batalla para proteger las tierras áridas será muy larga, ya
que las causas son "muchas y complejas".