Entre todas las propuestas una de las que más ha llamado la atención de los visitantes es la de los Vinos de Hielo.
Los Vinos de
Hielo, extraídos de viñedos helados de Canadá, Austria y Alemania
con un exigente proceso que comienza con una vendimia realizada de
noche y a diez grados bajo cero, se han convertido en una "joya"
para los amantes de los vinos dulces.
Una propuesta que es una de las protagonistas de la VII edición
del Salón Internacional de los Vinos Nobles (Vinoble) que mañana se
clausura en Jerez de la Frontera, un evento bienal que este año ha
reunido a 150 bodegas de 25 regiones vinícolas de distintas partes
del mundo.
Y entre todas las propuestas una de las que más ha llamado la
atención de los visitantes es la de los Vinos de Hielo, una "joya de
la viticultura internacional", según Dimas López Perea, importador
de vinos dulces que en el 2001 introdujo en España esta especialidad
por primera vez.
Un vino que "surgió por casualidad a mediados del siglo XVII", un
año en que hubo una gran helada, los vendimiadores "se despistaron"
y recogieron las uvas congeladas y apareció un vino "naturalmente
dulce", sin necesidad de que le añadieran nada.
Desde entonces y hasta 1960, según explica Dimas López, sólo hubo
unas doce cosechas en las que volvió a repetirse "el milagro", pero
desde entonces en estos países fríos se han multiplicado las bodegas
que se dedican a esta especialidad, hasta el punto de que hoy en día
la producción alcanza los cinco millones de litros anuales, siempre
y cuando se produzcan las heladas necesarias.
"Hay que disfrutarlo, no puedes decir a qué se parece. Tienes que
probar para saber que es diferente a todo", explica este importador.
El precio medio de una botella de 375 mililitros de Vino de Hielo
(algo así como el contenido de una lata) ronda los cien euros, una
cantidad que para este importador no es elevada si se tiene en
cuenta que se aprovecha "entre el ocho y el diez por ciento de la
uva" para conseguirlo y "el placer que da".
Los Vinos de Hielo tienen, especialmente los procedentes de
Canadá, una de las denominaciones de origen más estrictas y su
demanda "cada día" va en aumento, incluso en España, productor de
grandes vinos dulces. "Es una competencia sana", subraya Dimas
López.
Para Johanna, una de las productoras austríaca de Vinos de Hielo
que está presente en Vinoble, la vendimia para esta especialidad, la
última que se realiza, es "un regalo que nos da la naturaleza", no
todos los años, y "la fiesta de la coronación vitivinícola", hasta
el punto de que esta bodeguera, una de las más destacadas de su
país, tiene una canción en su honor.
La vendimia para hacer Vinos de Hielo es, según explica, "un
trabajo bastante duro". Las uvas se quedan en los viñedos hasta las
primeras heladas de mediados de enero y la vendimia se hace por la
noche y a diez grados bajo cero.
"Hay que iluminar los viñedos, abrigarse bien y darse mucha prisa
para que la uva llegue a la bodega a la misma temperatura",
congelada y con el jugo cristalizado, de tal forma que con el
prensado, realizado con prensas hidráulicas, rasquen "todo lo
bueno".
Una fermentación larga, de unos tres o cuatro meses (en un vino
normal el proceso puede durar veinte días) hacen el resto para
lograr el "Vino de Hielo".
Una especialidad que en España ha encontrado una réplica en
bodegas como la de Jaume Grauma, de Penedés, que logra la
congelación parcial de las uvas en cámaras, en un proceso artificial
con el que ha logrado embotellar Vino Dulce Frío, tras una
investigación de doce años.
"Me consta que en España ya hay otros vinos dulces fríos en La
Rioja o Rueda. Este sistema ha abierto una brecha a una gama
importantísima de vinos dulces", explica este bodeguero que también
participa en Vinoble.