Alrededor de un setenta por ciento de la producción corchera se destina a la fabricación de tapones para botellas de vino.
Hasta finales de agosto, en Andalucía
se realizará la "saca" del corcho que contribuye a fomentar el
empleo en zonas rurales, y a reducir el riesgo de incendios por la
extracción de este material y el mantenimiento de los alcornocales
durante todo el año.
Según ha contado el responsable del área del corcho de la
Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de
Huelva, Francisco Benítez, la explotación de los alcornoques permite
a los productores de corcho "una renta extraordinaria" que se trata
de una "necesidad", además de que "las temporadas de poda, limpieza
o saca, mueven mucha mano de obra".
El responsable de COAG ha destacado la importancia de la
"trazabilidad" del corcho, que sigue un "control de calidad" desde
la obtención del alcornoque hasta su transformación definitiva, y ha
señalado que hay "pocas empresas en Andalucía" que elaboren el
producto final en corcho, y que se concentran en Huelva, Cádiz y
Sevilla.
Alrededor de un setenta por ciento de la producción corchera se
destina a la fabricación de tapones para botellas de vino que
permite la oxigenación de este líquido, aunque el corcho, que
procede de la corteza del alcornoque y que se extrae cada nueve
años, presenta otras propiedades como su condición de aislante, la
permeabilidad o la elasticidad.
Elena Domínguez, integrante del Programa de Bosques de
WWF-España, ha explicado que "el corcho es el producto
ecológico por excelencia", al contrario que los materiales
sintéticos que "son mucho más contaminantes", y ha subrayado que la
explotación de alcornocales permite el desarrollo "sostenible" del
bosque mediterráneo y la dehesa.
La ecologista ha manifestado que en Andalucía existen 23.551
hectáreas de alcornoque certificadas por el sello FSC, que garantiza
la sostenibilidad, y que se encuentran en el Parque Natural de Los
Alcornocales, situado en Cádiz.
El coordinador del Proyecto Doñana de la organización ecologista
WWF, Felipe Fuentelsaz, ha aclarado que la "gestión de la
dehesa", desde el punto de vista medioambiental, mantiene la
"biodiversidad" y el hábitat de especies en peligro de extinción
"como el lince ibérico y el águila imperial", a la vez que el corcho
es "un recurso económico muy importante" para la población rural.
Aunque la superficie de alcornocales en Andalucía se corresponde
con el cincuenta por ciento de la existente en España, una
cincuentena de empresas corcheras se encuentra en la comunidad
andaluza, mientras que Extremadura y Cataluña concentran el doble de
factorías.
José Joaquín Suárez Tejeiro, director de Rural Cork, ha contado que ante los "problemas" del sector del corcho en Andalucía por
"la obsolescencia" de sus empresas y el "monopolio" de Portugal,
decidió aprovechar sus fincas de alcornocales para la fabricación de
artesanía en corcho.
"Cualquier objeto que se haga en tela o en papel, podemos
fabricarlo en corcho", asegura Suárez, que ha afirmado que su
empresa trabaja "en función de los pedidos" y que dispone, entre
otros productos, de paraguas, bolsos, carteras, joyas e, incluso,
memorias USB.
El responsable de Rural Cork ha adelantado que está recopilando
productos fabricados con este material con objeto de exponerlos al
público, "para dar a conocer lo que se puede hacer con el corcho
fuera del mundo del tapón de vino", y ha especificado que el
restaurador del museo del corcho de Portugal trabaja, en la
actualidad, como artesano para crear esta colección.