La apicultura está íntimamente ligada a las floraciones, tanto de vegetación natural como cultivada, por lo que un periodo de sequía le afecta directamente.
El hecho de que se produzca un
déficit pluviométrico, agravado por el anormal otoño e invierno previos,
acarrea la falta de floraciones y como consecuencia la imposibilidad de que las
colonias lleven a cabo un desarrollo normal y puedan recolectar sus cosechas.
Este desequilibrio ocasionado
provoca en las colmenas:
o Aumento del tanto por ciento de
necesidades de reposición del censo en relación a un año normal.
o Debilidad y mayor sensibilidad
a las enfermedades. o Retraso en el normal desarrollo de las colonias y pérdida
del enjambrazón
o Obligatoriedad de revisar y sobrealimentar
las colmenas hasta que esta situación se normalice.
Ante estos hechos todo apunta a
que el esfuerzo de los apicultores, con muchas más visitas a los colmenares y
la obligación de alimentar las colonias, tan sólo servirá para mantener el
censo de los colmenares y no para sacar las producciones que se obtendrían en
un año normal.
En esta situación hay que tener
en cuenta los sobrecostes ocasionados por el manejo encaminado a recuperar las
colmenas. En este apartado se debe contabilizar el coste de la alimentación
suplementaria, una media de 6 €uros por colmena por el momento, y el coste de
los desplazamientos a los colmenares, que se ha multiplicado por cinco por término
medio. De esta forma se puede cuantificar en 2,5 €uros por colmena el
incremento del gasto de desplazamiento para aportar la alimentación lo que nos
da un total de 8,5 €uros por colmena en sobrecoste por alimentación.
Además hay que considerar, como
consecuencia negativa de la sequía en una explotación apícola, los sobrecostes
ocasionados por la obligatoriedad de tener que adquirir enjambres para la
reposición del censo. En un año normal, las colmenas tendrían el suficiente
vigor como para reponer el censo a partir de la propia explotación. En estas circunstancias,
se da la doble situación de incremento de colmenas a reponer y la imposibilidad
de hacerlo desde la propia explotación. Esta circunstancia conlleva una pérdida
aproximada de unos 14 €uros por colmena de la explotación.
Estas cifras nos dan unas pérdidas
acumuladas de unos 22,5 €uros por colmena en estos momentos y una perspectiva
de una inminente mala cosecha de primavera, pues las floraciones tempranas han
sufrido el periodo de sequía agravado por las heladas.
Para agravar más la situación se
augura una comprometida campaña de verano, pues la situación de sequía en la
que nos encontramos además va a provocar la disminución de la siembra de
cultivos de primavera potencialmente melíferos, como es el caso del girasol. Se
tienen datos de que de este cultivo se dejarán de sembrar una gran parte de las
354.729 hectáreas que se cultivaron en la pasada campaña, a lo largo de toda la
geografía andaluza.