Carolina Moya Castillo
Andalucía Investiga
Investigadores del departamento de fruticultura subtropical
de la Estación
Experimental La
Mayora optimizarán la producción de este fruto en la costa Mediterránea
andaluza para buscar alternativas a los principales problemas con los que se
enfrenta el cultivo de la especie
La producción de chirimoya en España se concentra en la
costa Mediterránea andaluza, especialmente en las provincias de Málaga y
Granada por sus especiales condiciones de altitud y temperatura. De esta forma,
Andalucía se convierte en la principal productora mundial de esta especie a
escala comercial. Esta producción está basada en un único cultivar de origen
local denominado Fino de Jete, que representa el 97% de las aproximadamente 3.000 ha plantadas en
Andalucía. El restante 3% lo ocupa casi totalmente el cultivar Campas también
de origen local. La variedad más extendida, que adquiere el nombre de esta
localidad granadina de la zona de Río Verde, alcanza y conserva sus mejores
cualidades de olor, color y sabor desde octubre a finales de noviembre.
Esta concentración de la producción origina problemas tanto
comerciales, relacionados con la concentración de mercado, como agronómicos,
que guardan relación con el manejo de plantación, por lo que el sector
productor de chirimoyo en Andalucía necesita para su expansión disponer de
variedades de buena calidad que maduren escalonadamente entre octubre y mayo.
Además, algunas características de Fino de Jete han impedido la expansión
comercial del producto, ya que la piel delicada del fruto dificulta el
transporte y manejo poscosecha. Por otro lado, el alto índice de semillas en el
interior del fruto, hace difícil su introducción en los mercados de otros países
europeos. Una de las consecuencias de estos problemas es que el 90% de la
producción de chirimoya se dedica al mercado nacional y gran parte de dicha
producción se consume cerca de las zonas productoras.
Para superar estas dificultades, investigadores del
departamento de fruticultura subtropical de la Estación Experimental
La Mayora en
Málaga (CSIC) optimizarán la producción del chirimoyo en la costa Mediterránea
andaluza. Para ello, abordarán un análisis integral del cultivo que engloba
desde el análisis de las técnicas de producción, hasta mejoras en la
reproducción para garantizar la calidad, y, por último, una evaluación de la
imagen con la que cuenta el chirimoyo andaluz en el ámbito nacional e
internacional.
En primer lugar, los expertos optimizarán la caracterización
y la gestión del material vegetal disponible. La idea es diversificar las
variedades, para que la producción no pertenezca sólo al Fino de Jete y
seleccionar aquellas más productivas. Para ello, utilizaremos el material
vegetal del banco de germoplasma, una colección de material vegetal vivo,
perteneciente a la estación La
Mayora, que con sus 311 accesiones se convierte en el más
amplio y mejor estudiado del mundo, apunta el investigador responsable del
proyecto, Iñaki Hormaza.
De las variedades catalogadas en el banco, en su mayoría
procedentes de expediciones a los países andinos en los años 80 y 90, los
expertos han seleccionado las más interesantes, en cuanto a tamaño, calidad y
menor número de semillas.
Por otra parte, el origen andino de la especie hace que su
cultivo tenga que adaptarse a las condiciones locales. Además de manejar esta
adecuación a las características de la costa andaluza, los expertos están
estudiando obstáculos como las dificultades reproductivas de la planta. En
Suramérica, existen insectos autóctonos que polinizan las flores. No obstante,
estos seres que hacen de ‘celestina’ en la reproducción de las plantas, no se
encuentran en Andalucía y la reproducción debe hacerse de forma manual. Esto
implica que sea el agricultor quien intercambie el polen entre flores en unas
condiciones bastantes específicas. La flor del chirimoyo cuenta con una
particularidad, que en su primer día se abre en estado femenino y está
preparada para recibir polen; al día siguiente madura la parte masculina y la
parte femenina deja de estar receptiva para el polen; por ello, el agricultor
debe ser el vector de transmisión de polen el mismo día de floración, explica
Hormaza y añade que sólo en condiciones determinadas de temperaturas suaves y
alta humedad relativa es más fácil una autofecundación natural de la flor al
solaparse las fases masculina y femenina.
Obstáculos económicos
Por otra parte, el estudio identificará los problemas en el
ámbito socioeconómico que limitan el cultivo del chirimoyo. Se trata de un
sector muy atomizado, que se caracteriza por pequeñas plantaciones. De ahí que
la comercialización de la chirimoya sea dispersa y, en gran medida, aún
desorganizada frente a una demanda cada vez más concentrada y organizada.
Asimismo, el chirimoyo es una fruta muy conocida en
Andalucía, pero de carácter muy perecedero, ya que su piel delicada dificulta
el transporte y, por ende, su exportación a mercados europeos, que sólo alcanza
el 5%. Asimismo, el alto índice de semillas en el interior del fruto, hace
difícil su introducción en los mercados de otros países europeos. De ahí, que
el grupo de investigación en Economía y Sociología Agraria del IFAPA de Granada
liderado por Javier Calatrava colabora en este proyecto para evaluar la imagen
de esta fruta en el ámbito nacional e internacional. Los investigadores de este
centro granadino están realizando encuestas a consumidores, detallistas y
restauradores en provincias españolas como Madrid y Barcelona, así como en
Francia, Inglaterra y Holanda, para comprobar la aceptación de la fruta en
estos países.