Fdo: Francisco Vargas Viñolo
Presidente Provincial
ASAJA
ALMERIA
Acabado el año, los datos del sector económico más
importante de la provincia fluyen por doquier y todos quieren ser los primeros
en hablar de su buena gestión, e inician
una batalla para justificar su existencia y su gran labor al frente del agro
almeriense. Sí, sé que también a nosotros se nos puede incluir en esta batalla,
pero quiero llamarles la atención sobre un tema, de todos los agentes del
sector somos los únicos que estamos lanzando propuestas claras para solucionar la situación del productor y de su
familia, y por ende, de toda la sociedad almeriense que vive directa o
indirectamente de la agricultura.
Una de las cuestiones más llamativas es comprobar cómo
algunas voces, incluidos los poderes políticos, intentan apuntarse el éxito del
aumento durante el año 2011 de las exportaciones hortofrutícolas de Almería y
el previsible incremento para el año que acaba de empezar, pero ¿alguien se
pregunta si el agricultor también lo considera un éxito? Esa es la esencia de
una reflexión que intentaré resolver de una forma sencilla y compresible para
todos.
Lo primero que hay que explicar para entender este éxito
es que el
aumento de la exportación viene condicionado por la crecida de la producción,
que a la vez es debida fundamentalmente a dos cosas: por un lado las altas
temperaturas derivadas de 2011 y por otro lado el esfuerzo del agricultor por
aumentar su capacidad individual productiva para intentar frenar la pérdida de
renta de su explotación.
Esa mayor producción, en torno al 12% respecto al año
anterior, está saliendo al mercado, que la acoge de buen grado, pero en la
mayoría de las ocasiones no existe precio de salida y cuando existe, es muy
inferior al coste de producción por lo que se produce un efecto negativo para
la economía del agricultor, que hemos visto cómo ha reducido su rentabilidad en 2011 casi un
35%, situándose muy por debajo de la rentabilidad mínima necesaria para
mantener una explotación hortofrutícola en la provincia de Almería.
Muchos piensan que la agricultura de Almería
aún tiene margen y que los agricultores nos quejamos por vicio, pero cuando
analizamos la diferencia entre ingresos y gastos, (rentabilidad) y vemos cómo
durante 2011 más del 50% de las explotaciones hortofrutícolas han obtenido unos
resultados negativos, se nos entristece el corazón y aún más si cabe, cuando
algunos quieren hacer del sudor y el sufrimiento del agricultor su amuleto
para justificar su presencia en este sector.
Esta situación se produce porque el sistema agrario almeriense es muy frágil y
no está basado en asegurar un precio digno al productor sino que se basa en ser
fieles servidores de pedidos a las plataformas de distribución, que son las
que marcan sus precios sin tener en cuenta una mínima garantía de reciprocidad
social hacia el agricultor y su familia.
Difícil de justificar ¿verdad? Pues bien, desde el inicio
de la humanidad el hombre ha justificado las situaciones difíciles creando
miedo e inventando enemigos inexistentes, con el único fin de mantener su
estatus social y/o económico ¿no es esto lo que hacen los intermediarios de la
cadena agroalimentaria?
Llegado este momento ¿podemos asegurar, sin temor a
equivocarnos, que si aumentan las exportaciones hortícolas gana más el
productor? Permítanme ustedes, queridos lectores, que disienta. Si se tiene en
cuenta, tal como he dicho, que al incremento del volumen exportado se le
acompaña una pérdida de valor de esas mismas exportaciones la respuesta es
clara: No.
La imagen de un almacén, alhóndiga o no, lleno de
mercancía provoca pánico al sector comercializador que llama urgentemente a sus
salvadores, los intermediarios y amigos,
para que les limpien las cámaras porque mañana entra más mercancía y se
les vuelve a llenar el almacén, momento que es aprovechado por el intermediario
para bajar precio o incluso ni darlo a sabiendas de tener asegurada la mercancía. A ese proceso se le llama comercio en Almería.
Sabiendo esto no comprendo cómo salen personajes que se
muestran orgullosos del aumento de envíos, aunque ocasionen pérdidas, y se los
apuntan como un logro suyo cuando lo que
deberían hacer es salir a la luz para analizar, hacer autocrítica y comenzar a
sentirse responsables de la ruina que están ocasionando al productor.
Todos los productores tienen claro quién gana con la agricultura de Almería
y aún más si aumentan las exportaciones: gana el intermediario, la empresa de plástico, la empresa
del cartón, los agentes de la comercialización, las administraciones a través
de los impuestos, el transporte, etc.
Todos ganan, pero ¿y los agricultores?
¿Qué es lo que gana el agricultor?
Seguro que ustedes lo van a entender; todo estos
ganan porque su facturación aumenta
directamente cuando aumenta el producto a preparar para la exportación, ganan
porque se utiliza más envases, ganan porque se necesitan más camiones para el
transporte, ganan porque los intermediarios aplican siempre el mismo margen por
kilo comercializado aunque no quede nada para el agricultor, en definitiva
todos ganan.... todos menos el agricultor. También ganan los desempleados que
encuentran un puesto de trabajo en el
manipulado o en la explotación familiar pero de eso los productores nos
encontramos orgullosos.
El agricultor almeriense se ha convertido en un mal
necesario para que todos ganen y por eso no nos asfixian del todo, pero ¿qué
pasará cuando no seamos necesarios? Cuando el modelo Almería se haya extendido
por el mundo y
todos produzcan frutas y hortalizas extratempranas ¿de qué van a vivir todos los que ahora viven
de nosotros?
Desde ASAJA lo
estamos anunciando, la economía del agricultor está mal y si todos quieren
asegurar su futuro deberían promover un cambio en el sistema de formación de
precios en el comercio hortofrutícola almeriense, para que todos sigan ganando
y dejen que también gane algo el agricultor.